Los retos de la pandemia a la acción de sociedad civil

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Foto: Getty Images

El virus del COVID-19 llegó para quedarse durante un tiempo que aún no sabemos específicamente. No es cuestión de meses como se pudo haber pensado y como ocurrió, por ejemplo, con el H1N1. Algunos expertos en epidemiología, la misma Organización Mundial de la Salud y algunos líderes mundiales como la canciller alemana Angela Merkel han advertido que superar esta crisis nos llevará por lo menos un año, incluso más. Frente a este inusitado panorama, ¿qué nos queda por hacer como ciudadanía activa y organizaciones de sociedad civil? Las respuestas aún las estamos encontrando y las soluciones construyendo en equipo, porque si bien durante este año hay muchas actividades y movilizaciones que no podremos realizar como esperábamos sí las podemos reinventar. La acción ciudadana hoy más que nunca necesita innovación, responsabilidad y compromiso con nuestros entornos, nuestras familias y personas conocidas.

En principio, y sabiendo que no es una solución al problema fundamental del COVID-19, debemos acogernos a las recomendaciones de los expertos y de la OMS, como lo son el aislamiento preventivo o cuarentena para evitar que la propagación del virus se descontrole y se desborden los sistemas de salud. En ese sentido, es imperativo exigir a los Estados y sus gobiernos aplicar las medidas necesarias para garantizar nuestro derecho a la salud. 

El 24 de abril una delegación importante de jefes de gobierno, instituciones y del sector industrial mundiales suscribieron compromisos importantes a instancias de un evento virtual auspiciado por la OMS. Ahí mismo, el titular de dicha organización, el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, señaló que “sólo detendremos el COVID-19 si somos solidarios (…) Los países, los asociados en el ámbito de la salud, los fabricantes y el sector privado deben actuar juntos para que los frutos de la ciencia y la investigación beneficien a todas las personas”. 

Ese llamado a la acción conjunta y solidaria también es para la ciudadanía y la sociedad civil en general. Claro, manteniendo siempre presentes nuestras propias responsabilidades, autonomías y el derecho de control social de la ciudadanía sobre el Estado. 

Muchas organizaciones de sociedad civil de las Américas han manifestado, por ejemplo, su preocupación con varias medidas que algunos gobiernos de la región han tomado en detrimento de los derechos humanos y el ejercicio de oposición política.

El 14 de abril, la CIDH convocó una reunión virtual con organizaciones de las Américas para socializar las acciones que han emprendido en el marco de la pandemia. Allí hablaron de la habilitación de la Sala de Coordinación y Respuesta Oportuna e Integrada a la crisis en relación con la pandemia del COVID-19 (SACROI COVID-19) y de la celeridad con la que están recibiendo denuncias para tales efectos. 

Las organizaciones de sociedad civil presentes en dicha reunión manifestaron principalmente preocupación e hicieron un llamado de urgencia sobre lo siguiente: 

  • La ausencia en los cuidados y garantías que los Estados están teniendo con sus profesionales de salud y trabajadores del sector salud. 
  • Los peligros para los derechos humanos que se están intensificando con las medidas en medio de Estados de urgencia/emergencia que los gobiernos están tomando: El Salvador, Nicaragua y Bolivia, por ejemplo.  
  • La precariedad de los sistemas de salud en América Latina y el Caribe. 
  • La atención a la violencia de género que en todos los países está disparada.
  • Procesos de denuncia ante la CIDH en medio de la pandemia. 
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Foto: Mauricio Moreno. EL TIEMPO

Por otra parte, además de la latente vulneración de derechos humanos descrita, antes y durante la pandemia, la pobreza y la seguridad alimentaria son otros temas sobre los cuales la sociedad civil y expertos han llamado la atención. 

Según un informe reciente de la FAO, esta pandemia aumentarán el hambre y la pobreza en la mayoría de países de la región. “Es altamente probable que la pandemia de COVID-19 repercutirá en un incremento del hambre y la pobreza en América Latina y el Caribe” reza el inicio de dicho informe publicado durante el último mes. 

La FAO también advierte que “los países con mayor prevalencia de personas que sufren hambre en 2018 fueron Haití (49,3%), Guatemala (15,2%), Nicaragua (17%), Bolivia (17,1%) y la República Bolivariana de Venezuela (21,2%). En relación al número de personas con hambre (millones), la República Bolivariana de Venezuela (6,8), Haití (5,4), México (4,7), Perú (3,1), Guatemala (2,6) concentraban más de la mitad de los subalimentados de la región”.

Lo anterior, nos afirma que no es momento de bajar la guardia y que debemos convertir esta crisis en oportunidades. Tanto los gobiernos como el sector privado deben hacer conciencia de que una nueva forma de organización es imperativa. Una donde el derecho a la salud, la alimentación y la vivienda no sean un negocio más del cual lucrarse sin medida alguna, en detrimento del bienestar de mucha gente. 

Nosotros y nosotras, como organizaciones de sociedad civil debemos, estar frente a esas reivindicaciones y construir puentes y diálogos que nos permitan reescribir el contrato social en cada país, teniendo en cuenta los retos que también se le están presentando al sector económico.

Por último, debemos aceptar que muchas cosas materiales las perderemos este año y que, por lo tanto, la situación socio-económica va a estar muy compleja y difícil para muchos. Entonces, sólo la solidaridad, como se decía más arriba, podrá salvarnos y entender que primero está la vida. 

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